El aprendizaje o adquisición de una segunda lengua o una lengua extranjera pasa necesariamente por la necesidad de estar en contacto con textos orales en la lengua meta. Una de las principales vías para favorecer este input comprensible es la propia producción oral de los y las docentes de español. Si analizamos los tiempos de habla de los profesores (THP) advertimos en seguida que invierte más tiempo hablando en clase que el alumnado en su conjunto (THA). Haciendo un rápido acopio de los momentos en los que hablan y las funciones que realizan entendemos la razón: saludan, presentan nuevos contenidos, explican, dan instrucciones, preguntan, corrigen, resumen y mucho más.
¿Cómo empezar a evitar esta actitud?
Podemos minimizar el impacto del monopolio del tiempo de habla de los profesores a través de dos estrategias diferentes:
- Ceder mayor protagonismo a los estudiantes.
- Mejorar la calidad del tiempo de habla.
En cuanto a la primera estrategia, lo podemos dejar para un artículo diferente. En líneas generales, diría que la solución a este problema pasa por ceder gran parte de nuestras funciones tradicionales a nuestros alumnos para que tomen las riendas de su propio aprendizaje y consigan implicarse verdaderamente en la clase.
Nos dedicaremos aquí a tratar cómo mejorar los tiempos de habla del profesor para otorgarle mayor calidad en su interacción con los alumnos (THC).
Un factor importante a tener en cuenta es el tiempo invertido en clase para actividades propias de comunicación frente al tiempo dedicado para gestionar las actividades y enseñar.
Aunque los porcentajes están siempre atados a un contexto particular de enseñanza-aprendizaje podemos decir que solo un tercio de la clase se dedica a actividades centradas en la fluidez frente a dos tercios reservados para el tiempo de enseñar y gestionar la clase.
¿Cómo podemos invertir estos términos?
Es fundamental tomar conciencia del tiempo de habla que cada uno de nosotros invertimos en nuestras clases. Para ello, se precisa de una herramienta de autoevaluación que nos proporcione esta información tan valiosa.
A partir de analizar los resultados obtenidos, podemos pensar en técnicas y estrategias para potenciar la calidad de nuestras intervenciones proponiéndonos pequeños objetivos de mejora de una manera más sistemática y planificada.
El tipo de preguntas que formulamos en clase es uno de los factores principales a tener en cuenta. Si hacemos preguntas cerradas, la intervención de nuestros estudiantes será más limitada que si formulamos preguntas abiertas.
Si preguntamos en plenaria sin dar tiempo para reflexionar la respuesta, la participación del alumnado será previsiblemente mucho menor que si les damos unos minutos para pensarlo, comentarlo en pequeños grupos y, finalmente, compartirlo con el resto de la clase.
¿Qué hacemos con los tiempo de habla de los profesores?
El tiempo que damos a nuestros estudiantes para responder a nuestras preguntas debe estar en consonancia con el nivel de competencia y con la propia complejidad de la pregunta. Si hacemos una prueba con nativos sometidos a cierta presión externa (tipo concurso con un tiempo de reacción de 10 o 15 segundos para dar una respuesta adecuada) veremos como los fallos aumentan vertiginosamente.
El tipo de agrupación que hacemos va a favorecer o impedir hasta cierto punto la participación y la interacción con los alumnos. Si damos una tarea que se puede resolver de manera individual y proponemos hacerla en grupo es posible que muchos alumnos se limiten a hacerla solos, sin interactuar con los demás.
Es muy frecuente en estos casos oír al profesor frases del tipo “He dicho que lo hagáis en grupos”. Para conseguirlo debemos diseñar la misma actividad de manera que se vean obligados a colaborar. Un ejemplo de ello serían las tareas de vacío de información donde cada uno tiene una información que el otro compañero necesita.
Un instrumento para la auto-observación de los tiempos de habla del profesorado
Necesitamos pues de una herramienta que guíe nuestra propia observación en la clase. Con la siguiente ficha podemos conseguirlo. Se trata de grabarnos en audio con nuestro móvil intentando comportarnos de manera natural para evitar en lo posible el efecto de la paradoja del observador.
Lo más recomendable es analizar luego el audio de la clase atendiendo como máximo a dos aspectos de los mencionados en la ficha. Esto hará que oigamos el audio en varias ocasiones y conozcamos mejor nuestros puntos mejorables.
Os propongo un cuadro modelo de actuación para que entendáis mejor el funcionamiento:
Ánimo y ya nos contáis cómo os ha ido :=)
Este artículo ha sido escrito por Antonio Orta, director académico del centro CLIC International House Sevilla y tutor en formacionele.com, la plataforma International House para la formacion de profesores de español. Derechos de autor de la imagen de este post: Canva y CLIC Cádiz.
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Hola! Estoy escribiendo un master en Noruega sobre la didáctica del espãnol y el tiempo que hablan los docentes en español en clase de ELE (que es poco) y necesito la fuente de este dato “solo un tercio de la clase se dedica a actividades centradas en la fluidez frente a dos tercios reservados para el tiempo de enseñar y gestionar la clase.” me lo podéis pasar?
Gracias 🙂