En un feedback posterior a una clase práctica en un curso de formación de profesores de International House surgió un interesante debate sobre cómo organizar el tiempo en el aula. Todo surgió porque los profesores que impartieron la clase no estaban contentos con el resultado de la sesión. La mayor parte del tiempo se había dedicado a la comprensión de un texto, a una explicación gramatical y a unos ejercicios de corte mecánico, dejando muy poco margen para la práctica significativa de los contenidos.
Esta situación dio lugar a una reflexión significativa: ¿realmente estamos aprovechando el tiempo en el aula?
Los profesores somos conscientes de que la clase de ELE debe ser eminentemente práctica, y debe potenciar la interacción y el intercambio comunicativo, tanto en las dinámicas grupales como individuales. No obstante, muchas veces tenemos la sensación de que no llegamos a las actividades de práctica comunicativa, donde los alumnos se enfrentan a retos que les invitan a hacer un uso real y creativo del lenguaje. Tal y como define el diccionario de términos clave del CVC:
Una actividad comunicativa es una actividad de aprendizaje concebida para que los alumnos aprendan a comunicarse usando la lengua, teniendo en cuenta sus verdaderas necesidades e intereses. Una actividad comunicativa tiene un claro objetivo pragmático: usar la lengua para conseguir algo […]; por tanto, está más orientada hacia el significado que hacia la forma, más hacia la fluidez que hacia la corrección. Se entiende que la práctica oral y escrita auténticamente comunicativa es la vía óptima para el desarrollo del uso de la lengua.
Ante esta situación, proponemos alternativas para organizar el tiempo en el aula y optimizar el aprendizaje.
Una de ellas es la clase invertida o flipped classroom. No es algo novedoso hoy en día, hace ya más de diez años que se planteó formalmente como una propuesta pedagógica, incluso podemos decir que la esencia que subyace a la clase invertida se basa en previos enfoques y teorías: la enseñanza constructivista, el enfoque por tareas, el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje significativo, etc.
La clase invertida consiste en realizar ciertos procesos de adquisición de aprendizaje fuera del aula y transferir lo aprendido utilizando el tiempo de clase para potenciarlo y practicar. El objetivo, optimizar el tiempo invertido en el aula, como nos cuestionamos en aquel feedback.
¿Qué tipo de actividades podemos proponer hacer fuera del aula?
Actividades de comprensión
¡Cuántas veces hemos visto con inquietud cómo unos alumnos se aburrían esperando a que otros terminasen de leer! Unos resoplando de aburrimiento y otros de frustración… Entonces, ¿qué hago?, ¿dejo más tiempo hasta que todos hayan terminado?, ¿corto cuando la mayoría ya lo ha hecho?, ¿qué pasa con los que van más rezagados?
Atender a las diversas necesidades de nuestros estudiantes no es tarea fácil para el profesor. Personas con diferentes niveles de competencias, desarrollo de destrezas, manejo de estrategias, etc…, hacen que el ritmo de comprensión varíe mucho de un individuo a otro.
La comprensión de un texto implica un proceso interno y personal, donde cada uno irá decodificando el significado e interpretándolo en función de sus propias creencias y conocimientos previos.
Realizar estas tareas de comprensión en casa, permite que cada uno pueda hacerlo a su ritmo. Habrá alumnos que tras una escucha ya puedan resolver la tarea de comprensión que les hayamos asignado, sin embargo otros necesitarán escucharlo varias veces. En casa cada uno invertirá el tiempo que necesite, sin la presión del grupo.
Si los alumnos vienen a clase con el trabajo de comprensión textual ya hecho, podemos organizar el tiempo en el aula para resolver en grupo clase las dudas particulares que hayan surgido. Asimismo, podemos proponer otras actividades derivadas de producción e interacción que fomenten el pensamiento crítico y el trabajo colaborativo. Actividades que requieren el trabajo en grupo y el asesoramiento de la profesora.
Actividades de reflexión lingüística
Los profesores preparamos material para hacer a los estudiantes inferir y reflexionar sobre los contenidos lingüísticos, pero las diferencias individuales hacen que no todos los alumnos sean capaces de hacerlo de la misma manera y al mismo ritmo. Además, algo con lo que nos encontramos en las clases grupales es que una parte de la clase ya tiene conocimientos previos del contenido gramatical mientras que para otros es algo completamente nuevo. En estas ocasiones, los profesores solemos aprovecharnos de los alumnos con más conocimientos, permitiendo que se lo expliquen a los que no lo saben. Pero pese a que esto es una buena idea que da protagonismo al estudiante, para los alumnos que parten de cero, puede que el tiempo invertido en el aula no sea suficiente para asimilar los contenidos, dejándoles así con lagunas que luego repercutirán en las actividades de práctica.
Analizar la gramática en casa permite a cada individuo tomarse el tiempo necesario para procesar la información y ser consciente de lo que entiende y lo que no. Así, en el aula, ponemos el foco de atención en las dificultades, las dudas particulares con las que los estudiantes se hayan encontrado.
Por todo lo dicho, las ventajas de sacar fuera del aula algunos de los procesos de aprendizaje que habitualmente desarrollamos en el ella, son evidentes:
- Maximizamos el tiempo de práctica comunicativa en el aula.
- Atendemos a las diferencias individuales.
- Centramos el aprendizaje en lo que necesita el estudiante.
- Fomentamos la autonomía.
- Propiciamos el trabajo colaborativo.
Seguro que podemos pensar en más ventajas, al igual que en algunos inconvenientes. ¿Creéis que esta propuesta metodológica sería viable en vuestros contextos de enseñanza?
Este artículo ha sido escrito por Eva Casarejos, tutora en formacionele.com, la plataforma International House para la formación de profesores de español. Créditos de la imagen: CLIC International House Sevilla.
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