Cuando nos enfrentamos a la enseñanza de la gramática en el aula de español, una de las primeras decisiones que tomamos, aunque a veces no seamos del todo conscientes de ello, es qué tipo de gramática vamos a utilizar como base. ¿Nos apoyamos en la gramática normativa? ¿Consultamos fuentes descriptivas? ¿Nos centramos en una gramática pedagógica? ¿O combinamos enfoques?
Como docentes de ELE, no basta con saber “la regla”. Necesitamos comprender el funcionamiento real de la lengua y tener herramientas para ayudar a nuestros estudiantes a interiorizar ese conocimiento. En este artículo te proponemos reflexionar sobre los diferentes tipos de gramática y su papel en la enseñanza del español como lengua extranjera.
Gramática normativa
La gramática normativa es aquella que establece cómo “debe” usarse la lengua. Es la voz de la autoridad, representada por instituciones como la Real Academia Española, y se concreta en obras como la Gramática de la lengua española o el Diccionario panhispánico de dudas. Su función es velar por la corrección lingüística, fijando las normas del uso culto de la lengua.
Esta gramática resulta especialmente útil para el profesor. Proporciona una base sólida a la hora de resolver dudas complejas o justificar decisiones sobre la corrección de determinadas formas. Sin embargo, no siempre es adecuada para el aula, ya que su lenguaje puede resultar inaccesible para los estudiantes. Además, muchas de sus explicaciones no tienen una aplicación directa en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Gramática descriptiva
Por otro lado, la gramática descriptiva se centra en cómo se usa la lengua realmente, sin juzgar si ese uso es correcto o incorrecto. Describe estructuras, patrones y variaciones del español hablado y escrito por los hablantes en diferentes contextos, y reconoce la diversidad lingüística. Este tipo de gramática es muy útil para entender fenómenos que no encajan en la norma tradicional o que presentan variaciones regionales, sociales o pragmáticas.
Por ejemplo, cuando observamos que un hablante nativo dice “Está guapo hoy” o “Está rica la comida”, la gramática descriptiva nos ayuda a entender que el uso del verbo estar no es incorrecto. En realidad, responde a un cambio de estado, a una apreciación puntual. Este enfoque nos permite comprender mejor las dificultades que pueden tener nuestros estudiantes. Esto es especialmente importante si su lengua materna no presenta las mismas oposiciones gramaticales que el español.
Sin embargo, tanto la gramática normativa como la descriptiva suelen estar pensadas para filólogos, lingüistas o hablantes nativos con un alto nivel de competencia. Por eso, como docentes, necesitamos un tercer tipo de gramática: la gramática pedagógica.
Gramática pedagógica
La gramática pedagógica es la que se diseña específicamente para el aula. Su objetivo no es describir ni prescribir el uso de la lengua, sino facilitar su enseñanza. Parte de una selección de contenidos adecuada para cada nivel. Utiliza un lenguaje claro y accesible, y busca ofrecer explicaciones operativas, apoyadas en ejemplos, visualizaciones y actividades. Es la gramática que encontramos en los manuales de ELE, en los cuadernos de gramática y en los materiales creados por y para profesores.
Esta gramática debe ser comprensible, coherente con el nivel de competencia del estudiante y funcional desde el punto de vista comunicativo. No se trata de simplificar en exceso, sino de ofrecer reglas que, aunque no recojan toda la complejidad del sistema, permitan al estudiante avanzar y comunicarse con corrección y confianza.
Ejemplos de usos de la gramática
Un ejemplo típico de esta necesidad de adaptación es la oposición entre los verbos ser y estar. La regla tradicional que los asocia con características permanentes o transitorias resulta insuficiente y, a veces, incluso confusa para explicar ciertos usos. La gramática pedagógica, al apoyarse en enfoques más recientes como el cognitivo o el funcional, propone otras formas de abordar esta cuestión. Por ejemplo, puede interpretarse estar como indicador de cambio de estado y ser como señal de identificación o pertenencia. Así, la frase “Javier está alto” no se entiende como una simple descripción física. Más bien, es una valoración relativa al momento presente (ha crecido, está más alto que antes, etc.).
A la hora de preparar nuestras clases, necesitamos recurrir a los tres tipos de gramática, cada uno con su función. La normativa nos proporciona seguridad y rigor. La descriptiva nos ayuda a comprender la lengua en uso y anticipar dificultades. La pedagógica nos da herramientas prácticas para enseñar. Por eso, más que elegir una sobre las demás, se trata de combinarlas de forma inteligente y coherente con nuestros objetivos y con el perfil de nuestros estudiantes.
Más de una perspectiva
Como es lógico, en muchas ocasiones será necesario adoptar una perspectiva poliédrica, que combine diferentes enfoques gramaticales. El papel del profesor es precisamente ese: actuar como mediador entre el conocimiento lingüístico y la comprensión del estudiante. No basta con conocer la norma o describir el sistema. Hay que saber transformar ese conocimiento en explicaciones útiles, ejemplos claros y actividades que faciliten la adquisición.
En definitiva, la gramática que necesitamos los docentes de ELE no es una sola. Es una combinación de miradas y herramientas que nos permitan entender cómo funciona la lengua, cómo se usa y cómo se aprende. Solo así podremos diseñar propuestas didácticas eficaces, que respeten la complejidad del español pero sin perder de vista el objetivo principal: que nuestros estudiantes se comuniquen con claridad, corrección y confianza.

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Este artículo ha sido escrito por Alejandro Tinoco, jefe de estudios de CLIC International House Cádiz y colaborador de los cursos para profesores de español como lengua extranjera en Formación ELE.
