Muchas de las creencias con las que vienen los alumnos que participan en el curso de profesor de español para extranjeros con prácticas surgen de sus propios procesos de aprendizaje. Dos de ellas guardan relación con la lectura y con la escritura: la lectura en voz alta ayuda a la comprensión y la escritura debería ser siempre un proceso individual y silencioso. Así es como muchos hemos aprendido lenguas, pero los resultados no eran, normalmente, los más adecuados.
¿Qué os parece si modificamos estas creencias? Quedarían así:
- Comprensión lectora: proceso silencioso e individual.
- Expresión escrita: realizada de forma cooperativa a través de la interacción.
Podemos posponer el tema de la lectura para otro momento y centrarnos en la escritura. ¿Por qué deberíamos llevar al aula la escritura cooperativa? ¿Qué beneficios tiene para el alumno? Las creencias de las que hablaba antes, presentes tanto en profesores como en estudiantes, pueden provocar un rechazo hacia la escritura cooperativa, ya que tradicionalmente se entiende la escritura como algo opuesto a la oralidad.
Algunos de los beneficios de la escritura cooperativa
- Fomenta la interacción.
- Mejora la competencia comunicativa.
- Aporta seguridad y reduce la ansiedad.
- Da autonomía al estudiante.
- Aporta motivación.
La escritura cooperativa llevada al aula adecuadamente fomenta la interacción entre los estudiantes: tienen la necesidad de negociar, discutir, tomar decisiones, poner ejemplos, corregirse, etc., para realizar el objetivo propuesto. Al hacerlo, ponen en juego constantemente sus conocimientos, sus habilidades y también sus carencias; estas, durante la conversación, el intercambio de ideas y el análisis que se produce, pueden transformarse fácilmente en nuevos conocimientos que pasan a formar parte de su interlengua, lo que les lleva a mejorar su competencia comunicativa. Por lo tanto, podemos decir que el apoyo y las aportaciones de todos los miembros del grupo durante la creación del texto enriquecen tanto el proceso de elaboración como el producto final.
Otro factor clave de la escritura cooperativa es que aporta seguridad a los estudiantes. La realización de borradores, la posibilidad de escribir, modificar, corregir, volver a releer y hacerlo conjuntamente, elimina el estrés y la ansiedad de tener que enfrentarse a la hoja en blanco, planificar la escritura, escribir a solas, y todo eso en un idioma que no es el propio.
¿Cómo llevar la escritura cooperativa a clase?
Para conseguir esa seguridad, hay que atender de forma especial a la formación de los grupos de trabajo. Deberíamos formar grupos heterogéneos (edad, nacionalidad, habilidades, carácter, preferencias, etc.) que faciliten el trabajo en equipo pero dándole a cada miembro (o a cada pareja) una responsabilidad concreta y la posibilidad de tomar decisiones que luego compartirán con los demás. De esta forma se les brinda la oportunidad de ser autónomos y de sentirse autores del texto, lo cual está íntimamente relacionado con la interdependencia positiva.
Es decir, cada estudiante desempeña uno o varios papeles decisivos en la creación del texto (autor, lector, corrector, etc.) y eso ayuda a que todos se impliquen por igual en el proceso para alcanzar el objetivo. Cassany destaca esta característica diciendo que «cada componente del equipo asume “responsabilidades diferentes y complementarias, y puede actuar, en consecuencia, como experto para el resto del equipo y construir andamiajes» (Urbano, El aprendizaje cooperativo en discurso escrito en el aula de E/LE, 2004).
Todos los factores expuestos hasta ahora afectan positivamente a la motivación de los alumnos a la hora de ponerse delante del papel a escribir un texto: se dan cuenta de que sus aportaciones se tienen en cuenta, de que aprenden en el proceso de creación gracias a las aportaciones de todos, y de la importancia y la necesidad de su participación para resolver la tarea.
La composición de un escrito no se produce de forma lineal, ya que los autores vuelven a él de forma continua para releer, reformular, añadir o eliminar ideas, mejorar la cohesión del texto, etc. En la escritura cooperativa estos procesos los llevan a cabo todos los miembros del grupo, tanto en sus propias aportaciones como en las de los demás. Cassany (Expresión escrita en L2/ELE, 2005) nos propone algunos puntos a tener en cuenta en este proceso:
- Planificación: formular propósitos o definir los objetivos; generar y organizar ideas.
- Textualización: elaborar el texto escrito a partir de los datos elaborados en la planificación.
- Revisión: evaluación del material planificado y textualizado para determinar si cumple las funciones previstas y para reformularlo y mejorarlo.
En el aula
1. Los alumnos completan todo el proceso de escritura en el aula de forma cooperativa. Planifican, textualizan y revisan constantemente las ideas aportadas y los diferentes borradores. Plantean dudas y se hacen preguntas sobre lo aportado de manera que reelaboran cualquier parte del texto en cualquier momento. Como nos comenta Urbano (2004), «para que la tarea sea realmente cooperativa tienen que estar bien definidos los roles de cada aprendiente del equipo».
2. Cassany (2005) plantea la opción de realizar solo dos partes del proceso de escritura en clase: la de planificar y la de revisar. En casa los alumnos escriben borradores a partir de la lluvia de ideas y de los esquemas planteados previamente en el aula. De nuevo en clase, se intercambian, se revisan y se corrigen los borradores entre ellos y reelaboran el texto juntos para obtener una versión definitiva.
¿Cuál es el papel del profesor en este proceso? No todos los alumnos son expertos escritores, ni siquiera en su lengua materna, de modo que el profesor tiene que guiarlos en todo el proceso dando pautas que les permitan continuar de forma efectiva con su objetivo. Además, debe ayudarlos a mejorar sus habilidades y estrategias en la composición escrita durante todo el proceso. Pero no nos olvidemos del papel de corrector; a pesar de que se fomenta la corrección entre los miembros del grupo, el docente ha de estar presente para participar en dicha corrección siempre que lo considere necesario y fomentando la autocorrección.
¿Y la escritura individual? También puede tener un lugar en el proceso de aprendizaje si el docente lo considera necesario para sus alumnos, pero estoy convencida de que incluir de forma frecuente la cooperación en la composición de textos es beneficioso no solo para mejorar sus habilidades escritas, sino para reforzar también otras competencias.
Me gustaría terminar con dos citas de Cassany (Expresión escrita en L2/ELE, 2005):
«Entonces, no existe fundamento para creer, como suele hacerse, que la expresión escrita es una práctica individual que resulta provechoso practicar fuera del aula como “deberes”».
«La investigación didáctica muestra que las tareas más efectivas para aprender a componer textos son las que involucran dos o más alumnos escribiendo un mismo escrito y compartiendo las ideas sobre un tema y el texto».
¿Cómo lleváis vosotros las expresiones escritas al aula? Os invito a plantear nuevas opciones que amplíen las dos que he propuesto antes.
Este artículo ha sido escrito por María Cabot, tutora en formacionele.com, la plataforma International House para la formacion de profesores de español. Imagen de portada de este artículo: Pixabay.
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