La enseñanza de la gramática en el aula de español como lengua extranjera ha sido un tema controvertido durante décadas. Para muchos docentes, sigue siendo un desafío trazar la línea divisoria entre enseñar de forma rigurosa los aspectos gramaticales y hacerlo de manera que sea accesible para los estudiantes.
Durante años, el enfoque tradicional se centró en ofrecer reglas fijas y estructuras, lo que podía alienar a los aprendices que, frente a una lista de normas complejas, se sentían desmotivados o confundidos. Sin embargo, con los avances en las ciencias cognitivas y la evolución de las metodologías de enseñanza, hoy sabemos que es posible enseñar gramática de manera simplificada sin sacrificar el rigor ni la calidad educativa.
El secreto para enseñar la gramática
La clave para lograrlo radica en entender que el objetivo final de la enseñanza gramatical no es que el estudiante memorice largas listas de reglas, sino que sea capaz de utilizarlas de manera efectiva en situaciones comunicativas reales. En este sentido, la simplificación no implica reducir el contenido a explicaciones superficiales o vagas, sino hacer que los conceptos gramaticales sean accesibles y útiles para el estudiante en el momento en que los necesita. Se trata de ofrecer las herramientas gramaticales de forma progresiva, en contextos significativos y adecuados al nivel de comprensión del estudiante.
Uno de los primeros pasos para simplificar la enseñanza gramatical es seleccionar cuidadosamente los contenidos. No todas las reglas y estructuras gramaticales tienen la misma relevancia o frecuencia de uso. Como profesores, debemos identificar cuáles son las más necesarias en función del nivel de los estudiantes y de sus necesidades comunicativas. Enseñar a un nivel inicial conceptos gramaticales excesivamente avanzados puede generar frustración, por lo que es más eficaz enfocarse en aquellos que les permitirán desenvolverse en situaciones cotidianas. Por ejemplo, para un principiante, será mucho más útil dominar las formas del presente y el pasado en un contexto comunicativo que aprender detalles complejos sobre el subjuntivo, que puede ser abordado en niveles más avanzados.
Metalenguaje en el aula de ELE
Otro aspecto importante es la adaptación del metalenguaje. En ocasiones, los profesores de lengua tienden a utilizar terminología técnica que, aunque es correcta desde un punto de vista científico, puede resultar abrumadora para los estudiantes. Términos como “oración subordinada adjetiva” o “objeto directo inanimado” pueden ser necesarios para estudiantes de nivel avanzado o para aquellos que estudian lingüística, pero no para quienes simplemente desean adquirir competencias comunicativas. En su lugar, es preferible usar explicaciones claras y ejemplos concretos. Por ejemplo, en lugar de decir “complemento directo”, podemos preguntar “¿a quién o qué afecta la acción?”. Este cambio en la manera de explicar puede hacer que los estudiantes se sientan más cómodos con los conceptos gramaticales y los interioricen de forma más natural.
Simplificar también implica recurrir a ejemplos que sean relevantes y familiares para los estudiantes. La gramática no debe enseñarse de forma aislada, sino siempre dentro de un contexto comunicativo que tenga sentido para el alumno. En lugar de utilizar frases artificiales o descontextualizadas como “el perro corre rápido”, podemos usar ejemplos que se ajusten a la realidad de los estudiantes, como “Pido un café en la cafetería” o “Llamo a mi amiga para salir esta tarde”. De esta manera, el alumno podrá visualizar con mayor claridad la situación comunicativa y entender por qué es importante usar una determinada estructura gramatical. Además, los ejemplos situados en contextos reales facilitan la conexión entre el aspecto formal de la lengua y su uso pragmático, lo que permite una adquisición más significativa.
Instrumentos para enseñar gramática
Por otro lado, la repetición consciente y la práctica guiada son herramientas poderosas para reforzar el aprendizaje gramatical sin sobrecargar a los estudiantes. A través de la repetición en diferentes situaciones y con ligeras variaciones, los estudiantes pueden interiorizar las estructuras gramaticales sin necesidad de memorizar reglas. Este enfoque, conocido como input comprensible, permite que los estudiantes expongan su mente a las estructuras correctas en un ambiente natural y significativo, lo que favorece la asimilación paulatina y sin estrés de la gramática. En lugar de exigirles que aprendan una regla en abstracto, los profesores pueden guiar a sus alumnos a través de ejercicios comunicativos en los que esa regla se emplee de forma práctica y repetitiva.
La tecnología también puede ser una gran aliada en este proceso. Hoy en día, existen numerosas aplicaciones y recursos en línea que permiten a los estudiantes practicar la gramática de forma interactiva y lúdica. Estas herramientas, si bien no reemplazan al docente, ofrecen una forma adicional de reforzar lo aprendido en clase. Los ejercicios digitales suelen estar diseñados de manera que proporcionan retroalimentación inmediata, lo que ayuda a los estudiantes a identificar y corregir sus errores al instante, contribuyendo así a una mejor comprensión de las estructuras gramaticales.
Motivar e implicar para aprender
Finalmente, no debemos olvidar el papel que juega la motivación en el aprendizaje de la gramática. La gramática ha sido tradicionalmente vista como el lado aburrido de aprender un idioma, y muchos estudiantes se acercan a ella con resistencia. Sin embargo, si logramos que la gramática se presente de una manera atractiva y relevante, podemos cambiar esa percepción. Juegos lingüísticos, actividades de role-playing, diálogos reales o simulaciones pueden ser formas efectivas de hacer que los estudiantes disfruten del proceso de aprender gramática, viéndola no como un obstáculo, sino como una herramienta útil para alcanzar sus metas comunicativas.
En resumen, simplificar la enseñanza de la gramática no significa perder el rigor o dejar de lado los aspectos esenciales del aprendizaje. Se trata más bien de adaptar la enseñanza a las necesidades y capacidades de los estudiantes, seleccionando contenidos adecuados, utilizando un metalenguaje accesible, recurriendo a ejemplos contextualizados y promoviendo la práctica consciente y significativa. De esta manera, los estudiantes no solo aprenderán las reglas gramaticales, sino que también serán capaces de usarlas de manera eficaz en situaciones reales, logrando así una comunicación más fluida y natural. La gramática, lejos de ser una barrera, se convertirá en un recurso que los estudiantes utilizarán con confianza y seguridad.
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Este artículo ha sido escrito por Alba Pérez, traductora, profesora de español en International House y colaboradora de los cursos para profesores de español como lengua extranjera en Formación ELE.