Siguiendo el enfoque por tareas, después de la contextualización de la nueva unidad que vamos a realizar con nuestros alumnos, normalmente les informamos sobre la tarea que tendrán que hacer al final de dicha unidad y sobre los contenidos (léxicos, comunicativos, gramaticales, etc.) necesarios para poder realizarla. De esta manera, nuestros estudiantes pueden darle un sentido a todo lo que, a partir de ahí, hagamos en el aula: cada una de las actividades será considerada como una tarea posibilitadora que, unida a las demás, constituye una herramienta necesaria para poder realizar la tarea final con éxito.
Si la unidad se realiza en diferentes sesiones, como suele ser habitual, consideramos recomendable ir recordándoles a nuestros alumnos las partes que ya se han ejecutado en el aula y tratar de establecer una conexión clara entre los diferentes bloques o secuencias didácticas. Una continua referencia al producto final de la tarea nos da la oportunidad para hilar unas actividades con otras y las diferentes secuencias entre sí, de modo que todo lo que se haga en el aula adquiera un sentido único.
¿Qué más podemos hacer?
Pero ¿qué otra cosa podríamos hacer antes de dar por finalizada la unidad? El manual Aula de la editorial Difusión propone algunas actividades de interés para potenciar las estrategias metacognitivas, poniendo al estudiante en situación de reflexionar sobre su propio proceso de aprendizaje, los objetivos logrados y las posibles metas que podría marcarse para continuar su formación con autonomía.
Estas actividades de reflexión suelen aparecer en el apartado Más Ejercicios, al final del libro. Sobre todo hay que remitirse a un apartado que aparece en la última página de cada unidad: En Construcción, “actividad final de reflexión en la que el estudiante recoge lo más importante de la unidad”, tal y como nos recuerdan los autores en la introducción, y que bien podría integrar las actividades mencionadas del apartado Más Ejercicios.
La propuesta que hacemos aquí, consiste en una actividad en la que serán los propios alumnos, bien por parejas o pequeños grupos o bien en clase abierta, los constructores de su propio esquema sobre lo aprendido en la unidad, de modo que después, individualmente, puedan realizar el apartado En Construcción focalizando aquellos aspectos sobre los que prefieren incidir según la percepción de sus propias necesidades.
Experiencia de clase con Aula 1
Durante las primeras lecciones, el profesor, al terminar la unidad, construía con ayuda de los alumnos un mapa mental en la pizarra que resumía los aspectos fundamentales de la unidad recién finalizada. La opción del formato como mapa mental pretendía dar una organización diferente de los contenidos que activara ambos hemisferios, al ofrecer un resultado holístico de todo lo aprendido en esa unidad. Claro está que los resultados eran diversos: unos copiaban la pizarra, otros la fotografiaban y otros reflejaban los contenidos en su cuaderno con un formato más lineal.
El objetivo es que fueran los propios alumnos quienes, más adelante, construyeran el resumen de cada unidad con total autonomía, negociando el formato y seleccionando la información que consideraran relevante según sus propios criterios. El resultado sería algo así como lo que aparece en la última página de la sección Explorar y Reflexionar, pero organizado por los propios alumnos y aportando sus propios ejemplos.
Aquí te dejamos una reproducción de la versión final de un grupo de tres estudiantes que habían terminado la unidad 6 del libro Aula 1. ¿Cómo pensáis que se podría llevar esta actividad a vuestra clase de español?
Este artículo ha sido escrito por José Luis Álvarez Cavanillas, tutor en formacionele.com, la plataforma International House para la formacion de profesores de español. Créditos de la imagen: Shutterstock.
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Me gustaría bajarme el e-book
Desde luego que una buena pizarra de reflexión ayuda a los alumnos a tomar conciencia de lo aprendido y, por otro lado, ayuda al profesor a en cuenta la perspectiva de sus alumnos.