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Más allá de la comprensión de un texto

Es evidente que los profesores usamos los textos en el aula constantemente, con diferentes propósitos y de diversas maneras, por lo que no puede caber duda de que se trata de una herramienta clave en la enseñanza de idiomas.

Tal y como dice el MCER: El texto constituye el eje de una actividad de lengua, bien como apoyo o como meta, bien como producto o como proceso. Es por ello que, en los cursos de formación de profesores, reflexionamos sobre el papel del texto en la enseñanza y el aprendizaje de ELE, y analizamos cómo explotarlo en el aula.

Frecuentemente usamos los textos que nos proporcionan los propios manuales de enseñanza, otras veces decidimos llevar al aula textos que hemos visto, leído o escuchado en otros lugares, y pensamos que son un buen material para explotar con nuestros alumnos.

En el primer caso, los manuales ya nos ofrecen una secuencia de explotación. Normalmente nos proporcionan un contexto para presentar, motivar y generar interés, y nos marcan una tarea de comprensión para dar un objetivo de lectura, escucha o visionado (según el soporte en el que presentemos el texto). Si se trata de un texto “auténtico” que ha captado nuestra atención y nos aventuramos a llevar al aula, tendremos que pensar en cómo explotar esta fase previa.

Para el desarrollo de la comprensión, la elección de la tarea es clave para comprobar si los alumnos han entendido el texto, pero habría que plantearse también si con ella fomentamos un pensamiento crítico del contenido.

Daniel Cassany en su artículo Prácticas lectoras democratizadoras dice que para fomentar una concepción crítica de la lectura hay que practicar esta destreza de manera más plural y abierta. Resumo aquí cuatro recomendaciones que nos hace:

  • Acceso a la diversidad: que haya diferentes puntos de vista e incluso contradictorios, lo cual exige leer con más atención para discernir lo más fiable de lo que nos gusta más.
  • Respuestas abiertas: exigen más elaboración, hay que justificar lo dicho e interpretar elementos más profundos del texto.
  • Interpretación personal: con enunciados del tipo: ¿estás de acuerdo?, ¿qué te recuerda?, ¿en qué coincides con el autor?… Fomentan que los aprendices conecten el texto con su mundo, su entorno, sus intereses y sus puntos de vista, de modo que genera una comprensión más significativa.
  • Fomentar el intercambio: aunque leamos solos, en silencio, la construcción de significado se puede desarrollar en parejas o pequeños grupos, intercambiando puntos de vista. Eso proporciona tener un interlocutor real al que explicar lo que ha comprendido, y también puede escuchar la opinión de otros lectores sobre el mismo texto, de modo que resulta más fácil buscar interpretaciones consensuadas que son más sólidas y elaboradas. Además, acceden a los procesos cognitivos de compresión que han desarrollado sus compañeros. El diálogo oral es una de las herramientas más eficaces para aprender a leer críticamente.

Si os interesa este tema, no dudéis es consultar el artículo de Daniel Cassany, altamente recomendable. Con estas ideas en mente, podríamos cuestionarnos el tipo de tareas que proponemos a nuestros alumnos para comprobar la comprensión de un texto. ¿Creéis que fomentan este tipo de pensamiento crítico?


Eva CasarejosEste artículo ha sido escrito por Eva Casarejos, tutora en formacionele.com, la plataforma International House para la formación de profesores de español. Créditos de la imagen:

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