A las puertas de cerrar el curso de español para fines específicos de nuestra plataforma me llevo una muy grata sensación: la de haber conseguido concienciar a los participantes de que la verdadera especificidad de una clase de EFE (español para fines específicos) frente a una clase de español ELE no reside ni en el tema, ni en los materiales, ni en las actividades propuestas, ni en el tipo de alumnos que tenemos, si me apuráis.
Entonces, ¿dónde reside realmente dicha especificidad?
Los alumnos que realizan un curso de EFE, bien sean de EUP (español para usos profesionales) o sean de EFA (español para fines académicos) tienen unas necesidades muy marcadas por la profesión que realizan o por los programas universitarios que cursan. Entre ellas podríamos citar algunas de las siguientes:
- aprobar exámenes en español de su especialidad universitaria,
- hacer una presentación ante su profesor y su compañeros de la facultad,
- presentar un trabajo escrito sin faltas,
- vender un producto,
- montar una empresa,
- atender a pacientes,
- defender jurídicamente a clientes,
- trabajar con inmigrantes,
- mantener videoconferencias,
- comerciar por teléfono,
- negociar un precio justo.
Es decir, son los objetivos propuestos y el enfoque de la actividad los que marcan la diferencia. En una clase de ELE podemos hacer una simulación de una visita al médico para aprender vocabulario básico del cuerpo humano, usar ciertas estructuras como me duele/n o fomentar la interacción oral entre los alumnos. En cambio, en una clase de español para las ciencias de la salud, con conductores de ambulancia, por ejemplo, tendremos que enseñar capacidades concretas.
Os propongo una reflexión: ¿qué tareas debemos enseñar a hacer en español a unos conductores de ambulancia que tendrán que atender a pacientes de habla hispana? Pensad en actividades muy variadas como entender un aviso por teléfono o rellenar un parte de lo ocurrido tras dejar al paciente en el hospital más cercano.
Este artículo ha sido escrito por Antonio Orta, tutor en formacionele.com, la plataforma International House para la formacion de profesores de español. Imagen de portada de este artículo: World Bank Photo Collection.
Obviamente, no es lo mismo entender en general de un tema, que saber sus matices. Para mí una clase de ELE y EFE se diferencian básicamente en la profundidad del temario. La preparación por tanto del profesor tendrá que ser mucho más específica ya que los alumnos no solo quieren poder defenderse, si no poder actuar sin problemas en cualquier situación que se le dé, ya sea a nivel académico o laboral. En la reflexión que se da en el artículo, sobre que tareas que deberemos enseñarles a conductores que vayan a tratar con hispanohablantes, será por lo tanto necesario impartir materia relativa a enfermedades, ya que será importante saber cuáles son los antecedentes médicos del paciente, términos anatómicos, y por supuesto los medicamentos y principios básicos para poder aplicárselos.
Desde mi punto de vista la enseñanza que se lleva a cabo en una clase de EFE no solo será enriquecedora y ayudará al alumno a desarrollar su trabajo con más confianza, sino que también lo será para el profesor. En caso de encontrarme con la oportunidad de dar clases de EFE sin lugar a dudas la aprovecharía.
Ciertamente, Ana. Si el profesor de ELE debe tener un océano de conocimientos de un centímtero de profundidad, el profesor de EFE debe tener, además, mucha curiosidad por seguir profundizando, gran disposición para reconocer que los expertos en la materia son los propios alumnos y habilidad para convertimos en mediador de su aprendizaje.
Ayer, con motivo de las elecciones en Estados Unidos, tuve que acompañar a una estudiante norteamericana de Ohio a una entrevista en la radio. Se trataba de un programa en directo de ámbito nacional: “Hoy por hoy” de la cadena Ser. Mientras llegábamos a la emisora aquí en Sevilla, la chica se iba poniendo cada vez más nerviosa. Yo le dije: “¿No habéis hecho en clase ninguna actividad parecida como simular un programa de radio o televisión?” y ella me comentó: “Sí, claro, pero era para divertirnos y hablar más en clase”.
Si tuviéramos que enseñar español para periodistas radiofónicos seguro que enseñaríamos mucho más que simplemente vocabulario especializado. Para empezar, la pronunciación jugaría un papel fundamental: proyectar la voz, saber dar ritmo a las frases, jugar con los acentos de intención, los grupos fónicos y las pausas…