Casi todos los profesores de español nos hemos enfrentado estos meses al reto de enseñar en línea. Nuestros materiales parecen estar desfasados cuando los ponemos en pantalla, sentimos pavor a no tener conexión en el momento más inoportuno. Y, ante todo, pensamos que no somos lo suficientemente tecnológicos para controlar este mundillo.
Pues hoy te voy a dar una serie de consejos y pautas desde una mirada honesta sobre lo que es dar clases en línea, para que pierdas el miedo y te tires de sin red a este fantástico mundo lleno de posibilidades. En mi caso suelo usar Zoom, pero casi todas las plataformas tienen herramientas similares con la que podrás trabajar:
1. No necesito ser un hacha de internet. Seguro que antes de la pandemia te manejabas bien con tus programas de edición de texto, tu corta-pega y tus búsquedas en la red. Eso no tiene por qué cambiar. No pienses que tus materiales clásicos no funcionan, simplemente tienes que aprender a compartirlos con tus alumnos (preferiblemente convertidos a PDF). En Zoom es tan sencillo como “compartir pantalla” y ceder el control a los estudiantes. Permíteles que ellos escriban sobre el documento y al finalizar, toma una captura de pantalla (cuando compartes pantalla aparece esta barra donde puedes guardar).
Para continuar, borra lo que hayáis escrito y sigue con tu documento. No difiere tanto de tu pizarra y tu proyector ¿verdad? Al finalizar mándales un correo con todas las capturas de pantalla y un pequeño resumen de lo que habéis tratado. También puedes adjuntar los documentos por el chat del programa al finalizar, pero por experiencia sé que salen pitando de clase cuando esta se termina. Es mejor preparar el material durante unos minutos y enviar un correo con más tranquilidad.
2. ¿Necesito un ordenador de última generación? Nada más lejos de la realidad. Tus alumnos tendrán conexiones inestables, ordenadores cutres (o tabletas, incluso móviles) y nada os impedirá comunicaros. Con un sencillo portátil o una cámara básica podrás hacer tu trabajo estupendamente. No necesitan verte las pecas para entender tus gestos y la mayoría del tiempo os veréis en miniatura. Lo importante es una buena comunicación de voz y archivos legibles.
3. Un, dos, tres… probando. Para cada clase o sesión prueba tu cámara y micrófono. A veces nos conectamos un minuto antes de la clase y algo falla. Es recomendable comprobarlo todo con tiempo, el suficiente para encender otro ordenador si el mío no funciona correctamente. En mi caso, inicio la clase pero habilito una sala de espera para los alumnos. De este modo les doy acceso cuando es la hora y compruebo que todos se van uniendo. Si falta alguien puedo darle un toque por correo electrónico o WhatsApp antes de iniciar la clase.
4. ¿Cuánto dura una sesión? Ten en cuenta que las clases online son mucho más intensas que las presenciales, sobre todo cuando tratas a un solo discente. Lo ideal es no sobrepasar los 60 minutos o hacer pausas para poder levantarnos de la silla y estirar las piernas y despejar la mente. En cuanto a frecuencia semanal, dependerá de ellos, su presupuesto, disponibilidad, trabajos, etc. Un par de veces en semana suele dar buenos resultados ya que lo intercalas con tareas en casa y vais refrescando y adquiriendo nuevos conocimientos sin llegar a agobiar al alumno.
5. Mi estudiante tiene problemas técnicos ¿Qué hago? Lo mejor es intentar solucionarlos durante unos breves minutos. Comunícate con él por email, WhatsApp u otro medio alternativo. Recuerda que no somos magos de la informática así que, si nada sirve, emplázalo para otro día u hora para dar la clase. Durante nuestros intentos de solucionarlo recuérdale: ¿el cable está conectado? ¿tienes señal de wifi? ¿tus cacos o micrófono tienen volumen al mínimo? ¿Tienes colocada adecuadamente la webcam? ¿Puedes subir el volumen de tu sistema?
6. Prepara tu material previamente. Ten abiertos los archivos que vayas a utilizar y comprueba que funcionan correctamente antes de la clase (vídeos, audio, PowerPoint, Genially, etc.) Da muy mala imagen ponerte a buscar archivos con cara de pánfilo mientras ellos esperan mirando al infinito.
7. Pide empatía. No tengas miedo a mostrar que eres humano. Los alumnos saben que son tiempos difíciles y que a veces las cosas fallan, sobre todo la tecnología. En el caso de tener algún problema pide perdón e intenta recompensarlo con algún material útil o unos minutos extra. Y tomáoslo siempre con humor.
8. Regala un poco de tu intimidad. Los alumnos agradecen que les abras las puertas de tu casa. Si es tu caso, dar clase en tu hogar, ¿por qué no enseñarles algo de tu vida? De hecho, suele ser muy atractivo hacer actividades “reales” donde os tengáis que mover y buscar objetos o describir cómo son vuestras casas, mascotas, etc. Tampoco tengas miedo a usar un día el móvil en tus lecciones. Dile que te enseñe qué hay en su nevera. Cocinad juntos. Bailad al ritmo de una canción latina. Permítele bichear tus enseres y que te pregunte por ellos. Aprovecha lo que no podrías hacer si estuvieras en clase.
9. Lleva un control exhaustivo. Las clases online suelen tener un horario un tanto dispar. Por ejemplo, puedes tener una sesión a las 9 de la mañana y otra a las 19.30 de la tarde. Además, serán diferentes alumnos y niveles. Mi consejo es: hazte con una libreta, da una hoja a cada alumno o clase. Apunta arriba: nombre, nivel y horario habitual (no es raro que te pidan cambio de horarios de semana en semana). Y ve anotando todo lo que hacéis en clase, así como los materiales que has usado. Esto te ahorrará muchos quebraderos de cabeza. También haz carpetas en tu ordenador, yo las nombro “online Alumno X”, de modo que me salgan ordenadas. Por último, nada más terminar la clase anota lo que harás en la próxima sesión y prepara una carpeta nombrada por la fecha dentro de cada carpeta personal. Te ahorrarás tiempo y despistes.
10. Sé puntual. En casa nadie te controla, pero es de ética ser puntual. Si llegas tarde les estás robando tiempo, dinero y perderás su confianza. Por ello, es necesario que al organizarte intentes dejar mínimo 10 minutos entre sesión y sesión. Esto te permitirá tener margen de tiempo para: descansar, mandar emails, preparar la siguiente clase y no parecer un zombi robotizado.
Consejo extra: clases significativas.
Adáptate a la realidad de cada alumno, esfuérzate por buscar materiales realistas y que le animen a estar frente la pantalla, en nuestro curso de profesor de español para extranjeros ofrecemos muchos ejemplos de actividades. No hay nada más desalentador que hacer un rellena-huecos en el ordenador. Pon mucho dinamismo en tus lecciones y hazlas experiencias únicas. Por ejemplo, comparte con él noticias de última hora para comentarlas y criticarlas. Envíale a un supermercado para hacer fotografías y compararlas con las que tú harás en el súper de tu barrio. Pídele que te mande una postal navideña con un collage y alguna frase bonita. Ínstale a escribir una “Carta al director” a un periódico español quejándose por algo que no le gusta. Anímalo a que conecte contigo en videollamada cuando esté en un museo y te expliqué qué está viendo. Desafíalo a hacer algún reto que le dé miedo y que luego te explique qué sintió, cómo lo afrontó… ¡Qué anclen cada clase a una experiencia única que no podrán olvidar! Y si al finalizar la sesión te dicen “¡¿Ya hemos terminado la clase?!” Es que has hecho un buen trabajo.
La imagen de arriba corresponde a una actividad que realicé para una chica que iba a viajar a México. Ante su preocupación por el vocabulario específico del país, le hice un “Ahora caigo” donde de modo lúdico pudo aprender cómo se dicen allá algunas de las palabras más comunes. La actividad fue un éxito, se divirtió, aprendió y se metió de lleno en el papel de concursante. ¿Qué más se puede pedir?